martes, 3 de junio de 2014

Felicidad.

No es cosa de enfermos esperar con ilusión la llegada de algo nuevo, no me refiero específicamente a nada material, sino a cualquier tipo de acontecimiento que, por muy esperado que pueda ser, produce en nosotros esa sensación de felicidad plena. Puede ser tanto la llegada de alguien a este mundo como la sonrisa de una persona a la que quieres de verdad y que llevabas mucho sin ver sonreir. No hay nada que me haga más ilusión que ver a los que me rodean felices y contentos, es lo que me hace cada día querer ser como soy y no dejar de intentar ser feliz. 

Aunque la felicidad está infravalorada, a mi parecer hoy en día es así, las personas no somos conscientes de que vivimos día a día con tanta prisa y tantas ganas de que se acabe la jornada que pasamos inadvertidos esos pequeños detalles que pueden hacer que nuestro día sea un poquito más alegre. Por ejemplo, la risa de un bebé, el sonido de los pajarillos revoloteando, los colores vivos de los árboles, la música de aquel señor del metro, las miradas que cruzamos con los desconocidos, etc., hay infinidad de pequeños detalles que dejamos pasar sin siquiera pensar en qué nos estaremos perdiendo hoy. 

No es que quiera que a partir de ahora seamos más pendientes de lo que sucede a nuestro alrededor, pero probablemente nos estemos perdiendo las maravillas que la humanidad pueda ofrecernos, teniendo en cuenta que, hoy por hoy, no nos encontramos en una situación demasiado agradable con tanta guerra y tanta protesta. Pero sí podemos mejorar nuestros días teniendo un poquito de visión panorámica de nuestro entorno.

Si tan solo mirásemos en la dirección correcta hasta podríamos descubrir algo que llene nuestro día de felicidad plena y que sea diferente a cualquier otro. Sólo hay que tener ilusión.

Ahora pensemos en aquello que hemos visto hoy, ¿nos ha hecho felices? ¿sonreir un poco?

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