miércoles, 19 de marzo de 2014

Crónica de una espera.


Si alguien alguna vez me hubiese dicho cómo íbamos a acabar, probablemente le hubiese tomado como un loco sin sentido que no sabe lo que dice y que mejor callase antes de que alguien pudiese hacerle daño por ello. Pero aquí estoy, esperando a que todo pase, escondido entre los escombros de lo que parece ser un edificio, lo que era.


Cuatro días han pasado ya desde aquel aviso de ataque que se cernía sobre nosotros, el pueblo. Sólo nos habían dicho que estuviésemos preparados para cualquier cosa. Apenas las noticias nos llegaban, nos hallábamos aislados de cualquier tipo de información proveniente del exterior, estábamos atrapados. Le dije a mi compañero que no se apartase de mí, teníamos que estar unidos en el frente esperando a que nos diesen la señal para combatir o para retirarnos, pero para lo que no estábamos preparados era para lo que estaba a punto de caernos desde el cielo.

Todo estaba dispuesto, habíamos atrincherado la zona, después de tantas protestas y manifestaciones a las que absolutamente nadie que tuviese un alto cargo pudiese prestar una ínfima milésima de segundo. Era el momento de luchar por lo que por derecho era nuestro. Por ello, decidimos que era hora de alzar nuestras armas contra los opresores para que viesen que no somos como la marea que se mese sin sentido, sino que, en momentos así en que ellos cometieran alguna atrocidad que nos afectase personalmente, íbamos a luchar con lo que hiciese falta.

Por un tiempo fuimos protagonistas en todo el mundo, las radios, los periódicos, las redes sociales,,, todos se interesaban por lo que aquí pasaba. Y ¿qué pasaba? Eso nos preguntábamos todos los días. Pedíamos que acabase ya esta tortura y que pudiésemos seguir con nuestras vidas.

Los mandatarios decidieron acabar con nosotros vilmente, pero preferimos luchar antes que rendirnos fácilmente. Y así fue, cuatro días han pasado ya, y un día llevo bajo estos escombros esperando recobrar las fuerzas para mover todos los trozos de pared que tengo por encima de mí, para poder ayudar a los que tengo a mi alrededor.

No puedo dejar de pensar en el bloqueo informativo que nos han hecho, en cómo han conseguido que esos millones de personas, que en todo el mundo nos apoyaban y salían a la calle a pedir que nos liberasen manifestándose, han desaparecido. No sabemos ya nada de ellos ni ellos de nosotros. Nos han convertido en nada. Pero no dejaremos de luchar -nos decíamos-. es nuestro momento de salir a pelear por lo que es nuestro desde siempre. Ellos no se van a quedar con nuestra dignidad ni nuestros valores, no nos van a robar nuestros derechos. 

Cuatro días ya del bloqueo, de las amenazas, de la lucha constante. Pero lo que jamás te esperas es que haya una guerra dentro de un mismo país. Que los ciudadanos, en lugar de juntarse y luchar unidos, se separen tomando bando y posiciones, unos contra otros. Jamás te esperas eso.

Si no estamos todos unidos, entonces ¿qué nos queda? Nos hemos dejado llevar hasta tal punto que nos han manipulado para que nos matemos entre nosotros y ellos salir airosos de todo este problema en el que nos han metido. El pueblo tiene derecho a luchar contra aquello que creen es incorrecto y deshonesto. ¿Acaso no es esa la razón por la que todo esto se llevo a cabo? 

Conflicto de intereses, el suyo. Derecho a tener dignidad, el nuestro.

¿En que va a acabar todo esto? Parece que de momento en miles de vidas arrancadas de la faz de la tierra por una guerra en la que deberíamos estar unidos contra ellos, no divididos y acabando con nosotros mismos. Parece que ellos van ganando. 

Es el cuarto día, pueden destruir nuestros hogares, incluso dividirnos. Pero lo que jamás obtendrán es nuestra rendición. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario