miércoles, 23 de abril de 2014

La Reina Y El Arquero I.

Érase una vez una preciosa reina de ojos verdes como las hojas, cabellos negro azabache y labios rojos como la sangre, que vivía en un reino lleno de bondad y felicidad, pero a la vez cargado de maldad y oscuridad. Nuestra hermosa reina se llamaba Anna, el nombre que su madre eligió cuidadosamente para que hiciese honor a su adorada hija. 

Cuando era joven y aun no era reina, vivía en una pequeña villa con su familia, aunque ella ambiciaba más. Entonces, un día, Anna se encontró con un viejo mago sabio que decidió enseñarle formas fáciles de conseguir aquello que desease. El mago estaba deseando enseñarle magia para poder así llegar a tener aquello que más deseaba, el corazón de Anna, que se vio corrompido por la vanidad y la ambición, volviéndose de un color cada vez más oscuro.

Una vez aprendido todo lo necesario, el mago le dejo salir al mundo para conquistarlo, consiguiendo así todo lo que siempre había deseado. pero una cosa le faltaba, el amor verdadero.

Anna había viajado mucho durante su juventud conociendo pueblos y villas. En Tanis, una ciudad enorme y llena de vida y comercio fluido, conoció a una joven llamada Chloe, de la que se hizo muy amiga en muy poco tiempo.

Chloe tenía unos ojos azules como el cielo y los cabellos rubios como el oro, era una joven muy atractiva y muy amigable con todo el mundo. Cuando conoció a Anna, se dio cuenta de toda la oscuridad que le rodeaba y decidió ayudarle encontrando aquello de lo que carecía, amor verdadero. Chloe pidió ayuda a las hadas de bosque que, con sus polvos mágicos, harían que Anna encontrase al amor verdadero.

Una noche Chloe llevo a Anna al bosque donde las hadas le ayudarían a encontrar aquello que tanto anhelaba su oscurecido corazón. Rociaron los polvos sobre Anna. Y así este empezó a dejar un rastro que les guiaría hasta el amor de Anna.

Al llegar al destino, Chloe animó a Anna a que entrase en la taberna donde él se hallaba. Era un hombre muy apuesto, alto, de ojos color café y grandes; piel color blanca por el frío del invierno y un tatuaje con forma de león en el brazo derecho. Llevaba consigo un arco y varias flechas. Anna al verlo no tuvo el valor de entrar, así que dio media vuelta y se fue mientras unas lágrimas rozaban sus mejillas. 

No podía creer Chloe lo que acababa de suceder, su amiga había preferido lo que había conseguido gracias al mago antes que quedarse con su amor verdadero. Aquel que le devolvería la felicidad a su vida que se había convertido en absoluta oscuridad.

Nuestro arquero mientras se pedía otra cerveza se giró, sería cosa del destino. Y vio cómo se marchaba de ahí una joven de cabellos negros y con capa azul, tenía todo el porte de una joven de palacio, pero al verla marchar tuvo una sensación de nostalgia, como si ya la conociera. No prestó mucha atención al sentimiento, pero nunca dejó de pensar en quién sería aquella chica de la capa azul.

Al llegar a casa de Chloe, Anna se sorprendió por las lágrimas que caían de sus ojos, no sabía qué había ocurrido exactamente en aquel sitio. Parecía que todo estaba dispuesto porque al verle su corazón dio un vuelco y sintió, por primera vez, la ilusión del amor verdadero. Sabía que si se dejaba llevar por aquellos sentimientos podría perder todo aquello que su maestro el mago le había enseñado. 

Mientras tanto, el mago había mandado a uno de sus sicarios seguir a Anna para evitar que cometiese cualquier tontería que pudiese frustrar sus planes, ya que si ambos se encontraban, la magia que el mago había depositado en Anna en poco tiempo desaparecería, así como el hechizo que llevaba en sus entrañas.

Chloe volvió a encontrarse con Anna para pedirle que no abandonase la búsqueda, todo aquello que había conseguido no iba a ser igual de valioso ni le iba a llena tanto como aquel apuesto arquero, su verdadero amor, podía llenar en su oscuro corazón.

Anna se fue de Tania al cabo de unos días, sabía que era hora de continuar y olvidarse de aquel arquero. Era mejor seguir con sus planes y convertirse en reina viajando hacia el reino de Oriente.

Tras varios meses viviendo en el palacio del rey Alfonso, e intentando enamorarle con sus encantos y encantamientos, consiguió que éste pidiera su mano en matrimonio. Fue una boda maravillosa a la que asistió todo el reino de Oriente. Ella llevaba un vestido blanco con perlas en el cuello y piedras preciosas incrustadas delicadamente en el vestido. Él vestía un traje blanco que hacía realzar su elegancia y autoridad.


Pero en los planes del mago no entraba la felicidad de Anna, necesitaba que su vida fuese lo más triste y llena de maldad posible para así quitarle el corazón lleno de oscuridad y usarlo en una maldición por la cual se cobraría las vidas de todos los habitantes del reino dejándolos bajo un hechizo de sueño eterno.



CONTINUARÁ...

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