Érase una vez una preciosa reina de ojos verdes como las
hojas, cabellos negro azabache y labios rojos como la sangre, que vivía en un
reino lleno de bondad y felicidad, pero a la vez cargado de maldad y oscuridad.
Nuestra hermosa reina se llamaba Anna, el nombre que su madre eligió
cuidadosamente para que hiciese honor a su adorada hija.
Cuando era joven y aun no era reina, vivía en una pequeña
villa con su familia, aunque ella ambiciaba más. Entonces, un día, Anna se
encontró con un viejo mago sabio que decidió enseñarle formas fáciles de
conseguir aquello que desease. El mago estaba deseando enseñarle magia para
poder así llegar a tener aquello que más deseaba, el corazón de Anna, que se
vio corrompido por la vanidad y la ambición, volviéndose de un color cada vez
más oscuro.
Una vez aprendido todo lo necesario, el mago le dejo salir
al mundo para conquistarlo, consiguiendo así todo lo que siempre había deseado.
pero una cosa le faltaba, el amor verdadero.
Anna había viajado mucho durante su juventud conociendo
pueblos y villas. En Tanis, una ciudad enorme y llena de vida y comercio
fluido, conoció a una joven llamada Chloe, de la que se hizo muy amiga en muy
poco tiempo.
Chloe tenía unos ojos azules como el cielo y los cabellos
rubios como el oro, era una joven muy atractiva y muy amigable con todo el
mundo. Cuando conoció a Anna, se dio cuenta de toda la oscuridad que le rodeaba
y decidió ayudarle encontrando aquello de lo que carecía, amor verdadero. Chloe
pidió ayuda a las hadas de bosque que, con sus polvos mágicos, harían que Anna
encontrase al amor verdadero.
Una noche Chloe llevo a Anna al bosque donde las hadas le
ayudarían a encontrar aquello que tanto anhelaba su oscurecido corazón.
Rociaron los polvos sobre Anna. Y así este empezó a dejar un rastro que les
guiaría hasta el amor de Anna.
Al llegar al destino, Chloe animó a Anna a que entrase en
la taberna donde él se hallaba. Era un hombre muy apuesto, alto, de ojos color
café y grandes; piel color blanca por el frío del invierno y un tatuaje con
forma de león en el brazo derecho. Llevaba consigo un arco y varias flechas.
Anna al verlo no tuvo el valor de entrar, así que dio media vuelta y se fue
mientras unas lágrimas rozaban sus mejillas.
No podía creer Chloe lo que acababa de suceder, su amiga
había preferido lo que había conseguido gracias al mago antes que quedarse con
su amor verdadero. Aquel que le devolvería la felicidad a su vida que se había
convertido en absoluta oscuridad.
Nuestro arquero mientras se pedía otra cerveza se giró,
sería cosa del destino. Y vio cómo se marchaba de ahí una joven de cabellos
negros y con capa azul, tenía todo el porte de una joven de palacio, pero al
verla marchar tuvo una sensación de nostalgia, como si ya la conociera. No
prestó mucha atención al sentimiento, pero nunca dejó de pensar en quién sería
aquella chica de la capa azul.
Al llegar a casa de Chloe, Anna se sorprendió por las
lágrimas que caían de sus ojos, no sabía qué había ocurrido exactamente en
aquel sitio. Parecía que todo estaba dispuesto porque al verle su corazón dio
un vuelco y sintió, por primera vez, la ilusión del amor verdadero. Sabía que
si se dejaba llevar por aquellos sentimientos podría perder todo aquello que su
maestro el mago le había enseñado.
Mientras tanto, el mago había mandado a uno de sus sicarios
seguir a Anna para evitar que cometiese cualquier tontería que pudiese frustrar
sus planes, ya que si ambos se encontraban, la magia que el mago había
depositado en Anna en poco tiempo desaparecería, así como el hechizo que
llevaba en sus entrañas.
Chloe volvió a encontrarse con Anna para pedirle que no
abandonase la búsqueda, todo aquello que había conseguido no iba a ser igual de
valioso ni le iba a llena tanto como aquel apuesto arquero, su verdadero amor,
podía llenar en su oscuro corazón.
Anna se fue de Tania al cabo de unos días, sabía que era
hora de continuar y olvidarse de aquel arquero. Era mejor seguir con sus planes
y convertirse en reina viajando hacia el reino de Oriente.
Tras varios meses viviendo en el palacio del rey Alfonso, e
intentando enamorarle con sus encantos y encantamientos, consiguió que éste
pidiera su mano en matrimonio. Fue una boda maravillosa a la que asistió todo
el reino de Oriente. Ella llevaba un vestido blanco con perlas en el cuello y
piedras preciosas incrustadas delicadamente en el vestido. Él vestía un traje
blanco que hacía realzar su elegancia y autoridad.
Pero en los planes del mago no entraba la felicidad de
Anna, necesitaba que su vida fuese lo más triste y llena de maldad posible para
así quitarle el corazón lleno de oscuridad y usarlo en una maldición por la
cual se cobraría las vidas de todos los habitantes del reino dejándolos bajo un
hechizo de sueño eterno.
CONTINUARÁ...
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